jueves, 3 de julio de 2014

El Necesario Cambio Estructural


La economía uruguaya ha venido creciendo en forma importante en los últimos años. Entre 2000 y 2012 duplicó su PIB per cápita ajustado por poder de compra, y ha sido el de segundo mejor desempeño en la región, detrás de Chile.



Para tomar una referencia, el World Economic Forum utiliza este indicador para aproximar el "Estado de Desarrollo" de un país al confeccionar su Indice Global de Competitividad, y considera que un país ha llegado al estado "Impulsado por la Innovación" (el más alto de todos) al pasar la barrera de los U$S 17.000 dólares PPA, valor que Uruguay está a punto de alcanzar. Ahora, la pregunta es, ¿eso nos convierte en "económicamente desarrollados"?
Parece bastante claro que no. Hay cierto consenso en que el desarrollo económico (que puede definirse como la capacidad de países o regiones para crear riqueza a fin de promover y mantener la prosperidad o bienestar económico y social de sus habitantes, ver  Wikipedia) requiere que cambie cualitativamente  la estructura productiva (además de crecimiento económico a tasas importantes).

Es difícil sostener que esto ha ocurrido en Uruguay. En efecto, en los últimos años, como muestra el gráfico (fuente: "Uruguay y la Enfermedad Holandesa", Aboal, Lanzilotta y Rego, 2012), buena parte de nuestro progreso en PBI per cápita se debe a que nos hemos favorecido con un importante incremento de los precios de los principales rubros exportables.



Esta situación, absolutamente fuera del control de nuestro país y de imprevisible evolución, junto con la sofisticación de muchos procesos productivos agrícolas, ha generado un discurso "neo fisiocrático" preocupante, incluso entre aquellos que hace unos años denostaban con fervor la opción por la producción primaria. Se afirma que "un kilo de carne hoy incorpora mucho más tecnología y conocimiento que hace 20 años", y a caballo de esta afirmación (que es cierta, pero cuyas implicancias en cuanto a desarrollo endógeno no quedan muy claras y son de difícil cuantificación) se ponen todas las fichas en un modelo de país centralmente agro-exportador.

Está muy bueno ser muy competitivos en estos productos, procurar desarrollar ventajas competitivas incluso en productos difícilmente diferenciables, etc. También está bueno generar conocimiento y desarrollar y aplicar tecnologías a estos efectos. La cuestión es si especializarnos casi exclusivamente en esto puede ser una vía de crecimiento confiable y robusta, y nos puede llevar al desarrollo.

Como bien señala la CEPAL en 2012, "los países beneficiados por el auge de los productos básicos son muy sensibles a una reversión de la tendencia de los términos de intercambio. Sin embargo, aunque persistieran estas condiciones favorables en el contexto externo, hay motivos para preocuparse por las tendencias en la estructura productiva, en particular la reprimarización de la especialización exportadora."

Dado que, contemplando procesos de largo plazo, quienes han optado estratégicamente por apostar a los recursos naturales muestran bajo nivel de éxito y poca capacidad de "catch up" con las economías más desarrolladas, es imprescindible invertir las ganancias coyunturales de esta etapa de bonanza en impulsar con decisión un cambio estructural, que implica transformar la composición del producto del comercio internacional, del empleo y del patrón de especialización.

Volviendo a la CEPAL, un cambio estructural virtuoso se define por dos dimensiones relacionadas:
  1. Aumento del peso en la producción y el comercio de los sectores o actividades más intensivos en conocimiento, tornando más densa y diversificada la matriz productiva, con trayectorias de crecimiento de la productividad más dinámicas, y derrames (spillovers) y externalidades tecnológicas que benefician al conjunto del sistema. 
  2. Inserción en mercados mundiales de rápido crecimiento, para fortalecer la demanda agregada y expandir la producción y la generación de empleo, con los consiguientes efectos favorables sobre la distribución del ingreso
Entiendo que hay evidencia suficiente para afirmar que el cambio estructural virtuoso no se produce, en general, exclusivamente por "fuerzas del mercado". Por el contrario, se requieren políticas industriales lúcidas y de largo aliento para hacerlo posible.

Ese es, entonces, el gran reto a las políticas públicas.

No hay comentarios: