miércoles, 23 de julio de 2014

Corte Electoral, Plan Ceibal, informatización de los escrutinios. Un par de reflexiones desde la Gestión de la Innovación

Los uruguayos tenemos algunos orgullos. No son pocos, pero tampoco son muy estridentes. Hay dos que, me parece, concitan bastante consenso: la seguridad de nuestro sistema electoral (aunque, a ser sinceros, ¿quién no duda de los resultados del '71?)  y la capacidad de la industria informática. Para ambos hay números y hechos contundentes que nos reaseguran que no se trata de una mera consigna de marketing.

Considerando el sistema electoral, son muy pocos los episodios donde se ha puesto en duda el resultado de las elecciones, y este sistema incluso nos sirvió para expresarle gentilmente a los militares que en vez de intentar redactar constituciones, mejor se fueran de vuelta a los cuarteles. 

Observando la industria de las TICS, las empresas uruguayas lideraron la exportación de software a nivel continental durante las primeras décadas de desarrollo de esa industria, continuamos teniendo muy buena reputación como país al respecto, e incluso hace apenas una semana la Presidencia de la República informaba que Uruguay ocupa el primer puesto de América Latina en gobierno electrónico

¡Qué curioso resulta entonces, que tengamos tantos problemas para informatizar el proceso electoral! 

Uno observa el barrio y percibe que países como Brasil y Venezuela, para los cuales este proceso es mucho más complejo que aquí, tanto por su dimensión geográfica como por la cantidad y heterogeneidad de electores, lo han logrado. Y si hay quejas por la transparencia del proceso electoral, ellas parecen centrarse en otros temas, no vinculados con la tecnología. 

Ya se está volviendo tan indefendible que el fantástico sistema electoral uruguayo para seguir siendo fantástico debe resignarse al papel, el lápiz y la máquina de escribir, que hace unos años se ha comenzado tímidamente a probar la utilización de computadoras. Despacito, y con cuidado. 

En un gesto de arrojo, para las elecciones internas (estas últimas, sí, las de 2014) la Corte Electoral decidió contar los votos por computadora. No hay mucha información disponible sobre cómo es la organización interna de la Corte, pero aparentemente ésta no tiene mayores capacidades internas de desarrollo de sistemas informáticos. Su contacto con "las computadoras" es a través de un acuerdo del año 2003 con la UTE.
tomada de aquí

No sé si este es el mismo acuerdo que está vigente ahora, pero el asunto es que, según se escucha en la radio, la Corte Electoral habría contratado a CONEX (una repartición de UTE que tiene su web en revisión y se define como "la unidad especializada a través de la cual UTE brinda sus Servicios de Asesoramiento y Consultoría a otras organizaciones de Uruguay y el mundo" ) para que informatizara el proceso. 

Así resuelta la cuestión del software, se decidió utilizar las computadoras del Plan Ceibal para el ingreso de datos en cada circuito. Era una buena solución desde el punto de vista del uso de los recursos, a la vez que -seguramente sin proponérselo- recordaba a los votantes que existe el plan Ceibal, uno de los buques insignia del primer gobierno del FA (seguro que también es pura coincidencia, pero no puedo evitar algo de suspicacia pensando que a la noche, luego de volver de votar, nos enteraríamos que también los abuelos tendrán tablets si el Dr. Vazquez llega nuevamente a la Presidencia).

En fin, el asunto es que este acuerdo Corte Electoral - UTE -Conex - Plan Ceibal no generó precisamente un sistema perfecto, y a las 24 horas de cerrados los circuitos todavía no había datos oficiales.  

Tanto la corte y sus funcionarios como el Plan Ceibal quedaron con sus respectivas imágenes un tanto maltrechas (si bien Brechner salió rapidito a aclarar que había sido un gran éxito de las Ceibalitas). Escuchar o leer las declaraciones de los jerarcas de la Corte fue un poco triste, es evidente que no tienen buenos asesores y no se han preocupado mucho por entender todo esto de la tecnología. El asunto es que para conformar a todos los partidos en relación a la informatización de las elecciones nacionales de octubre próximo, la Corte llegó a un acuerdo para usar las Ceibalitas como máquinas de escribir, imprimir las actas, llevarlas (supongo que a caballo o a lo sumo en bicicleta) a centros de concentración de datos, donde nuevamente se digitarán en los sistemas informáticos centralizados de la Corte. 

Brechner, enojado con esta barbaridad (y legítimamente preocupado por dejar la imagen pública de las Ceibalitas a expensas de gente tan poco instruida en materia tecnológica) decidió que así no juega, y declaró a Búsqueda: “Para terminar un formulario a mano, imprimirlo y mandarlo a digital, nos parece que no tiene sentido postergar la entrega de esas máquinas a los estudiantes”.

En resumen, parece que el país orgulloso de su "cultura digital", primero en el continente en cuanto a "gobierno electrónico", modelo en materia de seguridades del proceso electoral, gestionará sus elecciones como lo hacía hace 100 años. 

Cabe preguntarse, ¿qué decisiones y circunstancias llevaron a esta situación?
Aclarando una vez más que no manejo otra información que la que nos aportan los medios, me atrevería a señalar las siguientes causas como coadyuvantes para este desenlace poco feliz:


a) Estrategia País
¿Por qué es importante este tema? Se trata de una cuestión meramente de automatización del proceso electoral, o tiene otras implicancias? Me parece que los distintos actores del "Uruguay digital" - como por ejemplo AGESIC, CUTI, el mismo Plan Ceibal - fracasaron (o no intentaron) en poner este proyecto tecnológico como estratégico e importante para la imagen país (Como lo es el propio plan Ceibal, o la Trazabilidad).






b) Estrategia de la Corte Electoral
¿Qué papel juega la informática en relación a las actividades clave de la Corte Electoral? Quizá yo tenga un sesgo ingenieril cuando respondo esto, pero tiendo a pensar que el mismo que tienen los hospitales para ASSE o las escuela para la ANEP. Ésta, sin embargo, no parece la visión dominante en la Corte, que al parecer históricamente ha abordado este tema recurriendo a capacidades externas, como las de Conex o del Plan Ceibal.




c) Organización
Esto está íntimamente ligado a lo anterior. Si la Corte no percibe a la Tecnología de la Información como un recurso clave, no genera capacidades internamente. Esto -al parecer- les impide generar procesos de aprendizaje internos que hagan que la organización como tal sea "tecnológicamente alfabeta" más allá de sus directores, que por su naturaleza vienen generalmente del derecho más que de la tecnología. Si existieran fuertes capacidades organizacionales en materia tecnológica, se podrían desarrollar estrategias a más largo plazo, capacitar a los directores, asesorarlos, en fin, trabajar de otra manera.

d) Gestión del proyecto con visión sistémica
Todo parece indicar que la Corte confió en que si Conex cumplía su parte, el Plan Ceibal la suya, Antel la suya (comunicaciones), los funcionarios de las mesas receptoras la suya y los funcionarios de la propia Corte la suya (centro de cómputos, etc) , todo andaría bien. Todo parece indicar que lo que falló fue sobre todo la interoperación de esos subsistemas. ¿Quién gestionaba y se hacía responsable por el correcto funcionamiento de TODO el sistema el día de las elecciones?





e) Gestión de Riesgos
Siempre existe la posibilidad de que un proyecto salga mal. Y si se trata de un proyecto de misión crítica, que involucra miles de personas, y que tiene un requerimiento enorme de oportunidad , el riesgo es grande. Para ponerlo en términos sencillos, en estos casos hay que tener un plan B. Y ello claramente no ocurrió.






Ojalá este tropezón sirva para replantear el tema en otros términos.


jueves, 3 de julio de 2014

El Necesario Cambio Estructural


La economía uruguaya ha venido creciendo en forma importante en los últimos años. Entre 2000 y 2012 duplicó su PIB per cápita ajustado por poder de compra, y ha sido el de segundo mejor desempeño en la región, detrás de Chile.



Para tomar una referencia, el World Economic Forum utiliza este indicador para aproximar el "Estado de Desarrollo" de un país al confeccionar su Indice Global de Competitividad, y considera que un país ha llegado al estado "Impulsado por la Innovación" (el más alto de todos) al pasar la barrera de los U$S 17.000 dólares PPA, valor que Uruguay está a punto de alcanzar. Ahora, la pregunta es, ¿eso nos convierte en "económicamente desarrollados"?
Parece bastante claro que no. Hay cierto consenso en que el desarrollo económico (que puede definirse como la capacidad de países o regiones para crear riqueza a fin de promover y mantener la prosperidad o bienestar económico y social de sus habitantes, ver  Wikipedia) requiere que cambie cualitativamente  la estructura productiva (además de crecimiento económico a tasas importantes).

Es difícil sostener que esto ha ocurrido en Uruguay. En efecto, en los últimos años, como muestra el gráfico (fuente: "Uruguay y la Enfermedad Holandesa", Aboal, Lanzilotta y Rego, 2012), buena parte de nuestro progreso en PBI per cápita se debe a que nos hemos favorecido con un importante incremento de los precios de los principales rubros exportables.



Esta situación, absolutamente fuera del control de nuestro país y de imprevisible evolución, junto con la sofisticación de muchos procesos productivos agrícolas, ha generado un discurso "neo fisiocrático" preocupante, incluso entre aquellos que hace unos años denostaban con fervor la opción por la producción primaria. Se afirma que "un kilo de carne hoy incorpora mucho más tecnología y conocimiento que hace 20 años", y a caballo de esta afirmación (que es cierta, pero cuyas implicancias en cuanto a desarrollo endógeno no quedan muy claras y son de difícil cuantificación) se ponen todas las fichas en un modelo de país centralmente agro-exportador.

Está muy bueno ser muy competitivos en estos productos, procurar desarrollar ventajas competitivas incluso en productos difícilmente diferenciables, etc. También está bueno generar conocimiento y desarrollar y aplicar tecnologías a estos efectos. La cuestión es si especializarnos casi exclusivamente en esto puede ser una vía de crecimiento confiable y robusta, y nos puede llevar al desarrollo.

Como bien señala la CEPAL en 2012, "los países beneficiados por el auge de los productos básicos son muy sensibles a una reversión de la tendencia de los términos de intercambio. Sin embargo, aunque persistieran estas condiciones favorables en el contexto externo, hay motivos para preocuparse por las tendencias en la estructura productiva, en particular la reprimarización de la especialización exportadora."

Dado que, contemplando procesos de largo plazo, quienes han optado estratégicamente por apostar a los recursos naturales muestran bajo nivel de éxito y poca capacidad de "catch up" con las economías más desarrolladas, es imprescindible invertir las ganancias coyunturales de esta etapa de bonanza en impulsar con decisión un cambio estructural, que implica transformar la composición del producto del comercio internacional, del empleo y del patrón de especialización.

Volviendo a la CEPAL, un cambio estructural virtuoso se define por dos dimensiones relacionadas:
  1. Aumento del peso en la producción y el comercio de los sectores o actividades más intensivos en conocimiento, tornando más densa y diversificada la matriz productiva, con trayectorias de crecimiento de la productividad más dinámicas, y derrames (spillovers) y externalidades tecnológicas que benefician al conjunto del sistema. 
  2. Inserción en mercados mundiales de rápido crecimiento, para fortalecer la demanda agregada y expandir la producción y la generación de empleo, con los consiguientes efectos favorables sobre la distribución del ingreso
Entiendo que hay evidencia suficiente para afirmar que el cambio estructural virtuoso no se produce, en general, exclusivamente por "fuerzas del mercado". Por el contrario, se requieren políticas industriales lúcidas y de largo aliento para hacerlo posible.

Ese es, entonces, el gran reto a las políticas públicas.